Comentario
No sólo Estampa Popular estaba embarcada en el camino del realismo, un camino realista también, aunque sin carga política, es el que emprendió un grupo de amigos procedentes de la Academia de San Fernando y que han sido conocidos como Realistas Madrileños o como el grupo de los López, por coincidir al menos tres de sus miembros en este apellido. Antonio López García (1936), Julio López Hernández (1930), Francisco López Hernández (1932), Amalia Avia (1930), Isabel Quintanilla (1938) y María Moreno (1933).Antonio López, el más importante de todos y hoy uno de los artistas españoles más cotizados, era en 1957 cuando hizo su primera exposición en el Ateneo de Madrid un oscuro pintor manchego, sobrino de Antonio López Torres (1902-1987), que salía de la Academia y era amigo de informalistas libres (no adscritos al grupo dominante) como Lucio Muñoz. La exposición se hizo en medio del silencio de la crítica, que en esas fechas sólo tenía ojos para el informalismo triunfante en España con un cierto retraso respecto a otros países. Desde entonces Antonio López desarrolló su labor en medio de grandes dificultades hasta que la galería Marlborough le descubrió; además; la discreción y el retiro de su vida, casi oculta, como la de otros realistas -Balthus-, con pocas exposiciones y pocos libros dedicados a él, han hecho de su figura enigmática casi un mito hasta unos meses atrás, alcanzando ahora la consagración en vida.Su pintura en los primeros años refleja la soledad de los emigrantes en el Madrid de los años cincuenta. Gentes desarraigadas, salidas de una cultura rural de siglos y metidas a la fuerza en barrios periféricos sin infraestructura ni lazos humanos. Minucioso en el detalle hasta la obsesión y preocupado por su entorno más inmediato -la familia, los objetos, las habitaciones de su casa, la calle, la ciudad...- ha pasado de los elementos mágicos en los primeros años -hasta la mitad de los sesenta-, a prescindir de ellos y buscar la magia en lo inmediato que, como se puede ver en su obra, no siempre es agradable ni amable (El cuarto de baño, María en la bañera...). El principal protagonista de la pintura, y de escultura, de Antonio López es el paso del tiempo y la huella que deja en las cosas y las personas, pero también en los cuadros. Es frecuente que el artista vuelva sobre obras anteriores -de veinte y treinta años atrás- para modificarlas y actualizarlas en un trabajo que no tiene fin.Escultor a la vez que pintor, su preocupación va hacia el cuerpo humano, hacia lo material y lo físico de ese cuerpo (Hombre y Mujer) tan natural y tan inmediato que no se puede mirar con tranquilidad porque su presencia resulta tan inquietante o más que la de otro ser humano.Realista en los temas, Antonio López utiliza, sobre todo en los años cincuenta y sesenta, técnicas cercanas a las que usaban los informalistas, con resultados muy diferentes.Otros artistas españoles, además del grupo madrileño, se mueven en un ámbito realista como Carmen Laffón (1934), una pintora de Sevilla. Entre la figuración y el realismo hay artistas como Juan Barjola (1919) y José Vento (1925) o el Grupo Hondo, con Genovés -más importante por su actividad posterior-, Paredes Jardiel (1928) y Mignoni, que se presentaron bajo la égida crítica de Manuel Conde en 1961.